El papel lo aguanta todo

Hace veinte años que me forme como fisioterapeuta y osteópata y son diez los dedicados a la formación de la terapia manual osteopática equina/canina a fisioterapeutas, osteópatas y veterinarios tanto a nivel nacional como internacional.

En estos años he ido modificando de forma constante lo aprendido en el campo de la osteopatía-quiropraxia aplicada a caballos y perros, por la sencilla razón de descubrir como muchos de los conceptos y técnicas aprendidas no tenían utilidad en la práctica real, sólo eran válidas en su realidad teórica endogámica, la cual es alimentada por el ego del “profesional”.

Por desgracia es a día de hoy cuando leyendo la poca literatura que hay en este campo al respecto sigo descubriendo como se repiten los errores, y como autores plasman en palabras conceptos que seguramente no fueron llevados a la práctica diaria puesto que carecen de lógica para todos aquellos que tratamos animales.

El campo de la osteopatía nada entre dos aguas, la de la ciencia y la de la pseudociencia, aquellos que nos hemos formado con rigor sabemos discernir entre los conceptos prácticos y realistas que enriquecen la terapia manual y los más abstractos que requieren un mayor entrenamiento sensitivo y que pese a carecer de una gran evidencia nos hacen recordar a través de la práctica diaria que la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.

Pero pese a ello seguir manteniendo conceptos obsoletos como leyes de Fryette (ERS, FRS, NSR) las cuales se sustentan en investigaciones sin rigor, no ayudan a situar a este enfoque de la salud en el lugar que le corresponde. Y si trasladamos esto al mundo animal entonces el grito de denuncia que estoy intentando transmitir adquiere una tonalidad mayor, rozando la indignación.

Y esto es debido a que nuestros perros no pueden ser “juguetes” donde se pongan en práctica técnicas que traten supuestas alteraciones articulares sólo existentes en la mente egocéntrica del terapeuta, pues nuestros compañeros cuadrúpedos no presentan los mismos errores adaptativos que sí lo hacen nuestros congéneres bípedos.

Incluso dicho esto sigo opinando que no existen tales alteraciones mecánicas descritas tras la experimentación con palos y cuerdas hace más de un siglo en columnas HUMANAS. ¿Por qué directamente se traspasa esa teoría arcaica al mundo animal sin tener en cuenta otros aspectos y se describen técnicas a aplicar sin fundamento, puesto que corrigen supuestas posiciones óseas alteradas que no lo son? Y es más, se describen técnicas que requieren un estado racional y cooperativo por parte del paciente que en el reino animal en la mayoría de los casos es simplemente imposible, o acaso le podemos decir a un niño de tres años de edad que se mantenga una determinada posición 90 segundos en un estado de relajación y calma, por favor, pruebe con un rotweiller!

Me veo en la obligación de aportar una visión más realista que defina el verdadero problema neuromecánico que se presenta en la “disfunción osteopática” , pues en esencia no existe LESIÓN sino es una alteración del funcionamiento corporal debido a un desequilibrio neurológico producto de una inadecuada mecanorrecepción que genera una hipersensibilidad tanto de las vías espinotalámicas como extrapiramidales con la consecuente afectación de los segmentos metaméricos. La afectación neurológica tanto somática como vegetativa en el contexto de la disfunción generarán estados de densificación de la matriz extracelular que impedirán el correcto deslizamiento de los planos articulares y serán a su vez fuente propioceptiva de estímulos aberrantes. La falta de movilidad de las estructuras articulares, fasciales e incluso “fluídicas” son las características clínicas que enmarca la mal llamada “lesión osteopática”. A esta visión no he llegado por iluminación divina sino tras muchas horas de estudio, práctica y porque no decirlo un doctorado en neurobiología celular

Demos a cada profesional la importancia que se merece y en el campo animal es el veterinario el encargado de llevar la batuta, pues es el único profesional lo suficientemente formado para abordar en primera instancia a un animal y realizar lo más importante que es el DIAGNÓSTICO, descartando posibles enfermedades que contraindican la labor del terapeuta manual. Una vez se descarte la existencia de la patología podremos arrimar el hombro y abordar el estado clínico desde una perspectiva más global y mejorar la funcionabilidad del sistema corporal en muchos casos sin la necesidad de farmacología o cirugías, pero sin negar su utilidad cuando pese a nuestro trabajo, sea necesario su uso.

Es el trabajo interdisciplinar donde encontramos la solución a muchos de los problemas que se plantean en el camino, pero no debemos dejar que los egos nublen aquello por lo que hemos elegido nuestro trabajo, ayudar a nuestros seres queridos anden a dos o cuatro patas.

Dr. Gorka Vázquez Pt, DO PhD

 

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